Tal como les contamos hace unos días, la dupla internacional liderada por el colombiano Konrad Brunner y el chileno Cristián Undurraga se adjudicaron el concurso de arquitectura para el nuevo centro cívico universitario de la Universidad de Los Andes en Bogotá (Colombia), "una afirmación de la magnitud geográfica de América donde el paisaje alcanza lo que la magnitud de la historia alcanza en el viejo mundo", según describen los autores.
En esta ocasión, conoceremos en detalle la propuesta ganadora. Haciendo eco de la ciudad histórica, los autores proponen "un perímetro de volúmenes nítidos y continuos", donde despliegan una grilla de 8 x 8 metros, con tal de "extender y dominar la parcela".
Memoria oficial: la Universidad de los Andes se encuentra ubicada en el centro histórico de Bogotá, sobre la falda de la cordillera de Monserrate, vecino a la Quinta Bolívar y al Claustro de las Aguas.
La articulación de fragmentos construidos, testigos de distintas épocas históricas ha dado origen, a través del tiempo, a recodos e intersticios que hacen de los recorridos una experiencia memorable. El ingenio de los constructores y una naturaleza solidaria han levantado esta ciudadela de terrazas habitables, plazoletas y senderos que se articulan orgánicamente. A esto habría que agregar las circulaciones que penetran en la arquitectura atravesándola: puentes, paso bajo los edificios, circulaciones mecánicas, verticales y transversales que contribuyen a animar esta integración ascendente.
La naturaleza escarpada de este territorio permite una exposición extraordinaria desde la ciudad hacia la Universidad, particularmente desde la Avenida Jiménez y la Avenida 19 al tiempo que, desde la altura del campus, se tiene una situación de dominio sobre la ciudad histórica que subraya la excepcionalidad del lugar. El Campus de la Universidad de los Andes es una afirmación de la magnitud geográfica de América donde el paisaje alcanza lo que la magnitud de la historia alcanza en el viejo mundo.
Situada en la parte baja del campus, con una leve pendiente hacia el casco histórico de la ciudad, el solar materia de este proyecto enfrenta al Eje Ambiental -diseñado por Rogelio Salmona- y al Parque Espinosa sumando en su entorno un conjunto de edificios de interés cultural. Las vías aledañas al proyecto se intervienen para crear un espacio público de tránsito compartido, donde la zona vehicular está subordinada al espacio peatonal. Estas áreas, sumadas al parque Espinosa, se constituyen en el atrio urbano del campus.
Con el propósito de precisar la extensión de la parcela y dominarla, pareció pertinente desplegar sobre el terreno una grilla de 8 x 8 m. que se extendió hasta sus bordes definiendo un “tablero de juego” de 88 x 88 metros dentro del cual se incorporó, de manera estricta, tanto las necesidades exteriores como interiores.
Haciéndonos eco de la ciudad histórica, con la que el proyecto se relaciona, propusimos un perímetro de volúmenes nítidos y continuos que dan forma al solar al interior del cual se propuso una plaza central cuya vocación es de Centro Cívico de la Universidad. Esta plaza y sus dos accesos urbanos se relacionan con los usos más públicos del proyecto: la Sala de Exposiciones, la Librería, el Centro de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación (CRAI) y el Teatro. La experiencia al atravesar los paseos de acceso, desde el parque Espinosa o desde la Carrera 1, nos revela un universo de fosos y espacialidades complejas que anticipan la riqueza al interior de los nuevos edificios que se proponen.
Desde la plaza central arrancan las escaleras que conducen hacia la parte alta del campus. Alcanzada la cota de las terrazas de los edificios precedentes, aparece un nuevo territorio conquistado para la vida colectiva donde se propone un jardín sobre la techumbre de los nuevos edificios. Esta nueva geografía propuesta, que articula la vegetación de las quebradas y senderos del alto campus con la ciudad, se une con las terrazas existentes multiplicando las zonas verdes de recreación. En este nivel el tablero propuesto se hace presente a modo de jardineras de alturas azarosas cuya topografía dialoga con el grano urbano y el paisaje de torres aledañas.
Habiendo recorrido los exteriores de la propuesta es hora de ingresar a los interiores de los edificios.
Somos conscientes que el contenido funcional es efímero y que la velocidad del cambio en el conocimiento se ha acelerado progresivamente. Frente a esta realidad insoslayable lo que la Universidad reclama es una estructura adaptable, abierta a los inevitables cambios por venir. Se trata de crear un espacio propicio donde el futuro pueda establecerse.
Para ello propusimos el diseño de un sistema de marcos de hormigón armado que transforma la malla bidimensional de 8 x 8 m, en una malla tridimensional donde, en medio de esa geometría neutra, se pueda organizar libremente el entorno vital. Una continuidad de pilares y vigas de 0,60 x 0,60 m da paso a un patrón isótropo donde se despliega el programa requerido con particular libertad y adaptabilidad, agregando o quitando, estableciendo llenos o vacíos, según sea la demanda. La retícula propuesta, formada por vigas y pilares homogéneamente espaciados, no es solo el soporte geométrico y estructural del proyecto sino es la arquitectura misma. Su potencialidad espacial actúa como marco para la definición múltiple de solicitudes sin que esta versatilidad desvirtúe su condición original. La flexibilidad está en la naturaleza misma de la trama.
En este proyecto los límites entre arquitectura y estructura son difusos. Se podría afirmar que son una sola cosa. La verosimilitud estructural da paso a una arquitectura flexible y sistemática que se adapta a los requerimientos del programa y deja abierta la posibilidad de nuevas adaptaciones en el futuro. Es la capacidad de adaptarse naturalmente a nuevos usos, donde el edificio mantiene su vigor original, condición imprescindible para dar espacio a los continuos y vertiginosos cambios tecnológicos que impactan directamente a la educación superior.
Resulta, a estas alturas, un lugar común el decir que la arquitectura debe ser responsable con el medioambiente. Tratamos de transformar el “lugar común” en “sentido común”, es decir, resolviendo los temas de sustentabilidad de los edificios propuestos privilegiando una estrategia física/natural por sobre la mecánica/artificial.
En un mundo cada vez más interdependiente, donde lo propio y lo universal son complementarios, intentamos siempre ser respetuosos con la identidad local sin que ello suponga una renuncia a la realidad global en la que estamos insertos y así lo tradicional y lo contemporáneo aparecen en la obra como diálogos fecundos y equilibrados, donde ninguna de las partes queda subordinada a la otra.
Arquitectos
Konrad Brunner, Cristián UndurragaUbicación
Cra 1 Nº 18A-12 Bogotá, ColombiaEquipo de diseño [Colombia]
Daniel Guzmán, German Betancourt, Andrés González, Enrique Hurtado, Raquel Ganitsky, Alejandro Saldarriaga, David MarínEquipo de diseño [Chile]
Sebastián Mallea, Soledad Fernández, Laura Signorelli, Roberto SáezPremio
Primer LugarEstructuras
Aislación sísmica
Michael Rendel [SIRVE Ingeniería]Paisajismo
Martha Fajardo, Cristián UndurragaSeguridad Humana
Jaime Andrés García [AGR y Cia LTDA]Sostenibilidad Bioclimática
Jorge Ramírez [Arquitectura y Bioclimática SAS]Instalaciones eléctricas
Ricardo Bedoya [GBC GROUP SA EMA]Instalaciones Hidrosanitarias
Carlos Javier Parrado [PLINCO SA]Urbanismo
Fernando Cortés LarreamendyGestión económica y proceso constructivo
Claudia Samper Prado [ARPRO SA]Ventilación Mecánica
Mauricio Gómez [A. Gamboa Ingeniería SAS]Acústica
Daniel Duplat [Acústica Diseño y Tecnología LTDA]Renders
Mauricio Morales [Taller Pizarra]Área
26000.0 m2Año Proyecto
2016Fotografías
Cortesía de Cristián Undurraga + Konrad Brunner